Por Kasey Polo Londoño estudiante interna de Casa Rosa Luisa durante el verano 2025
Trabajar este verano como asistente de investigación para Casa Rosa Luisa me brindó una oportunidad única donde pude adentrarme en la historia de la casa y aquellos que vivieron en ella. Soy Kasey Polo Londoño y recientemente me gradué de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras con un bachillerato en Antropología Sociocultural y una concentración menor en Francés. Como buena antropóloga, siempre me ha interesado conocer más culturas, comunidades y personas. Actualmente vivo en San Juan y por la mayor parte de mi vida he sido criada en el área metropolitana de Puerto Rico. A través de esta iniciativa, aprendí mucho sobre la historia de Ponce, al igual que las personas y comunidades que aún dan lo mejor para el pueblo.
Uno de mis mayores enfoques de investigación era conocer sobre la familia de los Ballesteros quienes habían ocupado la casa durante varias generaciones. En especial, investigué sobre Tomás Ballesteros Morell y su taller de ebanistería que comenzó en la casa. Debía aprender lo más que pudiera sobre esta familia, sus roles y el contexto histórico de Ponce para poder recopilar la historia de la casa. Esto lo pude lograr a través de visitas a lugares claves como al Archivo Histórico de Ponce y una conversación con doña Gladys Tormes González, y otra visita al Museo de la Historia de Ponce donde pude ver en persona a la estatua de “El Esclavo” realizada por Tomás Ballesteros Morell. Más que todo, recopilar la historia de la casa y la familia fue posible a través de las voces de las mujeres, como Marta Cruz Cassé gracias a su reporte “Calle Salud #42” donde detalla las transformaciones de la casa a través de los años y su preservación, y también la entrevista que Yaira, Caroline y Sofía habían realizado con María Mercedes Cassé Ballesteros y su hija Margarita Cruz Cassé. Al conocer la historia de los Ballesteros, pude contextualizar la casa como un archivo viviente de las experiencias de la familia.
Casa Rosa Luisa posee una gran importancia arquitectónica. Mi otro enfoque de investigación fue resaltar su estructura física, examinando documentos, fotografías y planos y leyendo sobre la arquitectura de Ponce. La casa concuerda con su época y también con las demás casas dentro de la zona histórica de Ponce, lo cual no debe ser sorprendente, al ser diseñada por Alfredo B. Weichers y construida por Elías Concepción.
Estas experiencias nuevas que tuve como asistente de investigación ampliaron mi crecimiento académico y personal. Sobre todo, pude entender cómo la casa había servido para la familia Ballesteros y la comunidad a través del taller de ebanistería. Hacer estas conexiones me permitió reconstruir las narrativas que moldean la identidad de la casa y su entorno. Preservar Casa Rosa Luisa significa conservar no solamente su pasado, sino que también su presente y futuro. Los esfuerzos de restauración para la casa no se limitan a mantener la estructura, sino que se expanden a defender su historia como manera de resistencia. Además, lo valioso es crear un espacio que pone a la comunidad como prioridad, lo cual Casa Rosa Luisa ha cultivado al ser un centro cultural con enfoques mujeristas y sostenibles que son sumamente pertinentes a nuestra realidad.